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REVISTA
Revista Compartiendo (Mayo 2014).
Las críticas suelen ser los anteojos necesarios para ver mejor la vida
Cada uno de nosotros tiene conceptos u opiniones diferentes sobre algo; esto muchas veces nos lleva a discutir pero más que discutir tenemos que pensar en dialogar para adquirir un concepto más correcto y profundo.
Si no mantenemos un dialogo fraternal basado en la caridad del amor terminamos en una guerra.
Siempre tenemos que tener presente que, cada uno, conforme a sus gustos y formación, tiene ideas distintas sobre una misma cosa por lo tanto tenemos que aprender a respetar las opiniones mutuas. Esto último quiere decir que: estemos de acuerdo o no, nos critiquen, tengan diferentes enfoques sobre algo, la madurez de nuestro ser es no condenar, no rechazar, no pensar que los demás han perdido la razón, sino aceptar lo positivo y también lo negativo o sea: cualquier crítica u opinión que otros puedan tener sobre nosotros o sobre lo que decimos y hacemos en nuestra vida.
Cada uno tiene libertad de opinar como quiere, si no me cae bien y bueno… ¡no me cae bien!, pero no tengo derecho de condenar al otro. Puedo criticar pero tengo que aceptar que la otra persona no tiene la misma opinión ni está en la misma posición en la que uno está.
La percepción de las cosas es diferente según en donde nos encontremos parados.
Según nuestras responsabilidades, nuestra educación, según las exigencias de la vida o los sentimientos que cada uno tiene en su corazón se elabora un concepto y no se puede obligar a otro que mire, piense y sienta de la misma forma en que yo veo la vida. Lo mismo pasa al revés: nadie puede obligarme a mí a mirar las cosas como las ve otro. Por eso es que nos debemos respeto mutuo. A veces nuestras miradas son muy críticas, está bien, pero uno tiene que tomarlo con prudencia y con sabiduría (esto no es fácil) por eso nos cuesta ponernos de acuerdo.
Muchas veces cuando nosotros rechazamos a alguien, le tenemos bronca o cuando estamos dispuestos a atacarlo, esta persona puede hacer cualquier cosa y nada nos agradará y si lo que hace es muy bueno, peor lo criticamos. Nos predisponemos a condenar al otro porque no queremos que tenga algo positivo. Estas son las consecuencias de nuestras broncas y prejuicios.
También suele suceder que critiquemos a alguien que consideramos nuestra competencia y en ese caso uno tiene ganas que el otro nunca tenga razón. Los sentimientos humanos cuando se mezclan con la precepción que reciben de las cosas, cambian las opiniones. Es increíble como todo se transforma según nuestra disposición.
Ahora fíjense cuando nosotros accionamos desde la caridad, el amor, la comprensión, la tolerancia, un real interés de conocer la verdad, de aceptar todas las opiniones, tenemos otra disposición. Aunque queremos o no queremos a una persona nuestra disposición ante ella y su situación de vida es diferente.
Si vos mirás algo en la oscuridad tu percepción es muy limitada, ahora, ¿qué pasa? Tu opinión puede ser equivocada. Esto también lo tenemos que tener presente. Cuando emitimos una opinión nunca nos consideremos dueños de la verdad. Es el error más grande que cometemos todos nosotros. Cuando hablamos lo hacemos como si fuésemos dueños de la verdad, ¡no es así!, tenemos que tener la humildad de aceptar que podemos estar equivocados ya que la visión de cada uno es distinta. Solamente Dios tiene la gracia de ser dueño de la verdad.
Toda opinión siempre genera un conflicto, tanto positivo como negativo, solo la madurez de cada uno puede ayudarnos a encontrar una respuesta objetiva.
Muchos pueden opinar contra mí, perfecto, pero no tengo derecho de condenarlos porque piensan diferente, al contrario, tengo que escuchar bien porque, posiblemente, de la crítica que uno escucha aprende más de lo que sabe.
Siempre digo que las personas que te critican o te corrigen son las que te aman de alguna forma, por eso puede ser que sus palabras te ofendas porque uno piensa: “¿Cómo?... Mi amigo, mi amiga... ¿me criticó?”. Tienen derecho. Además puede pasar que haya cambiado el concepto que tenía sobre tu persona. Hay que buscar entonces si es cierto o no el concepto que tienen. Y así sea cierto tenemos que aprender a respetar las opiniones que otros tienen sobre nosotros de la misma manera que nosotros respetamos nuestra propia opinión sobre los demás.
Todos tenemos limitaciones distintas para ver una misma cosa. Algunos la miran desde la oscuridad, otros a través de rejas, otros a través de tejidos o cortinas, otros los hacen desde la obligación, la bronca, el odio, el interés y también hay quienes lo hacen de manera totalmente desinteresada, por supuesto, los resultados son diferentes porque diferentes son las dificultades, la educación y la fe de cada uno.
A veces miramos algo y lo sentimos como un tema desagradable, con el cual no estoy de acuerdo, ¿qué es lo que hacemos en estos casos?: dar tiempo, tener paciencia, comprender y luego volver a mirar. Ya no desde nuestra bronca si no desde la apertura a las opiniones y conceptos de los demás. Esto debemos hacerlo antes de condenar, criticar o rechazar.
El respeto mutuo es la base de todo equilibrio y crecimiento. Dialoguemos, tratemos de comprender y luego opinemos aceptando con total humildad las críticas. La madurez de un ser humano se muestra desde la caridad del amor, sin rechazos ni condenas, con capacidad de aceptación de los distintos puntos de vista. Esto se logra cuando tenés una visión amplia que te permite conocer algo desde todos los ángulos.
Nosotros miramos al mundo con dos ojos pero millones de ojos miran hacia nosotros.
Si estoy parado en un lugar, el que me mira a la cara de frente me ve de una forma y el que está detrás de otra muy distinta. Yo no puedo ver lo que tengo detrás porque no tengo ojos detrás de mi cabeza. Tampoco puedo ver totalmente lo que hay a mis costados a menos que ponga espejos por eso: qué hermoso es reconocer que las opiniones de los demás sirven para aclarar e iluminar aquello que yo solo no puedo llegar a ver, esos puntos oscuros que muchas veces se esconden de nuestro campo visual. Por eso es muy importante llenarse de humildad y paciencia y reconocer que no lo sabemos todo.
Dios no nos puso un ojo más en nuestra nuca para poder ver todo lo que sucede alrededor. A veces pasan cosas dentro de nuestra propia casa de las cuales no nos enteramos. Cosas que nos rodena y no alcanzamos a ver porque, sencillamente, vemos hacia delante.
Todos los que nos rodean, en realidad, me están comunicando, de alguna manera, lo que yo no alcanzo a ver por mis propios medios; aquello que está en la oscuridad o detrás de mí, lo que escapa a mi visión.
Si todos comprendiésemos esto podríamos arribar a más acuerdos, tener más diálogo y arribar a más soluciones ya que la opinión de otros completa la visión global.
Por mi mismo no tengo una visión global de las cosas a menos que escuche y respete la mirada de otros, millones de ojos ven más que un par. El que ve de atrás tiene un concepto distinto al que ve de costado, el que mira en la luz ve cosas que no ve aquel que mira en la oscuridad. Comprender esto nos lleva a la necesidad de respetar las opiniones de todos y esto, a su vez, a un diálogo más sincero y fraterno.
Los que ven lo que yo no puedo ver aunque me lo hagan notar como una crítica son los que me están enseñando a madurar y modificar conceptos para avanzar hacia una mejor comprensión basado en la caridad y el amor.
Puede ser que aquello que yo no alcance a ver carezca de importancia pero también puede llegar a ser mi punto débil. Y reconocer ese punto débil me puede llevar a mejorar muchas cosas.
Si queremos, realmente, ponernos de acuerdo, tenemos que aprender a respetar la opinión de todos; aprender de los errores, porque si alguna vez una opinión fue equivocada la crítica te lleva a reflexionar mejor.
El que critica positivamente y con amor es el que te enseña a percibir de mejor manera la vida, es el que te abre los ojos para que puedas ver con diferentes opciones la realidad. Por ej.: si tu hijo, hija, papá, mamá, piensan equivocadamente una crítica constructiva de un maestro, un amigo o un familiar puede cambiar la visión y enderezar aquello que estaba torcido.
Voy a terminar el concepto de lo que quiero transmitir con este ejemplo: el que usa anteojos cuando se los saca puede llegar a confundir una palabra, una acción, un gesto, y cuando se los coloca es como si todo se iluminara y clarificara. Las críticas suelen ser los anteojos para ver mejor la vida.
Ojalá Dios nos ayude para que, con entendimiento y paciencia, sin rechazos ni bronca, aprendamos a respetarnos para poder ponernos de acuerdo.
Padre Ignacio Peries

Imagen de la portada.
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